«De la RSE a los ODS«, así sentenciaba un mensaje que encontré recientemente en twitter. Es un título llamativo que puede cautivar a los interesados en ambos temas, sin embargo, es tan ambiguo que abre la puerta a muchas interpretaciones. Pareciera que significa ir de un estado a otro, de una anterior -responsabilidad social empresarial-, a un estado mejor -los objetivos de desarrollo sostenible. Pero esto no tiene mucho sentido, pues no son conceptos comparables. Están vinculados, y los ODS sirven de contexto para la RSE, pero no son lo mismo, ni uno un estado superior del otro. Me quedé pensando al respecto y comparto a continuación dos pensamientos relacionados.
1. Relación Empresa – Sociedad: Es RSE y mucho más
Pareciera que hay una competencia entre algunos términos, y sólo existiera la vía de la imposición para entenderlos. «Valor compartido es más que RSE; Sostenibilidad es más que Valor Compartido; [Inserte aquí próxima palabra de moda] es más que Sostenibilidad». Así se nos va yendo la vida, pero podría no ser así, es asunto de perspectiva.
Cuando hablamos de «Empresa y Sociedad» no hablamos de un concepto, sino más bien de una metadisciplina. Así lo indicaban en 2009 los profesores Enrique Ogliastri y Ezequiel Reficco en este artículo. Decían que esta metadisciplina estaba conformada por diversas tradiciones académicas como «responsabilidad social empresarial -RSE-«, «filantropía», «negocios inclusivos», «desarrollo sostenible», «gobierno corporativo, y «ética empresarial». Seguramente hoy podemos incluir dentro de este panorama al «valor compartido» y a las «empresas b».
Pensar este tema como una metadisciplina tiene varias ventajas. Por un lado, facilita un mejor entendimiento de las literaturas y prácticas que la conforman; por otro, permite reconocer que están unidas por elementos comunes que les dan sentido y que representan expresiones de distintos entendimientos sobre el alcance de las acciones que pueden tener las empresas. Esta perspectiva ayuda a no caer en la tentación de decir que un concepto es mejor y más completo que otro. El referente común siempre es la RSE*, es la espina dorsal, es el concepto que más tiempo tiene y quizá el que está mejor estudiado. Pero es injusto y poco aportante considerar que todo nuevo concepto o nueva práctica no tiene valor porque no es RSE, o tiene más valor justamente porque «no es RSE».
Es más interesante pensar de forma más amplia y preguntarse ¿cómo se puede relacionar la empresa con la sociedad de manera virtuosa? Hay múltiples respuestas, entre ellas la RSE, y pueden variar y ampliarse en la medida que hay un mayor entendimiento del repertorio de posibilidades, y que hay cambios en el contexto ¿Quién habría pensado antes que prosperaría un cambio en la misma estructura societal de las empresas «capitalistas»? Pensarlo de forma más amplia permitiría entender cada concepto en su propio alcance y apreciar el tipo de aportes que pueden hacer a la forma como la empresa se relaciona con la sociedad.
2. Los ODS como contexto
Las prácticas y conceptos dentro de la metadisciplina «Empresa y Sociedad» tienen un asunto en común, y es el entendimiento de los desafíos que enfrentamos como sociedad, y ante los cuales las empresas deciden qué comportamiento y rumbo de acción toman. Antes se les llamaba problemas sociales y ambientales, hoy se pueden reconocer también como desafíos de la sostenibilidad.
Una interfaz útil para pensar en estos desafíos son los ODS (Objetivos de Desarrollo Sostenible). Más allá de las opiniones sobre los temas que no están recogidos allí, creo que representan un avance en el entendimiento que tenemos como sociedad sobre los temas que debemos abordar si queremos «un mundo mejor».
Los ODS son interesantes porque ponen temas concretos en la agenda, más allá de los sospechosos de siempre: pobreza, educación, salud. Los ODS hablan de energía, innovación, ciudades, ecosistemas, producción, paz y crecimiento económico, entre otros. Su valor reside justamente allí, en ampliar la conversación. Para el caso particular de la relación Empresa y Sociedad, los ODS nos dan un contexto específico y palabras concretas para conectar de forma puntual y específica el quehacer de la empresa con los grandes temas de la «sostenibilidad». No es que antes la relación no estuviera ahí, quizá es que no se había querido entender en sus múltiples interrelaciones de forma tan directa.
Los ODS están encontrando su lugar en la narrativa empresarial. Muchas empresas están realizando sus ejercicios de «alineamiento» con los ODS, que les ayuda a crear una narrativa ODS para lo que venían haciendo. Esto es importante, ayuda a que las empresas se sintonicen y «hablen» el lenguaje ODS. Sin embargo, reside allí un gran peligro, y es que nos quedemos en las narrativas, y no logremos avanzar a nuevos paradigmas de negocios acordes al escenario que plantean estos desafíos. Los ODS pueden ser útiles para lo que queramos, es también cuestión de perspectiva. Pueden servir como nuevos odres para vino viejo, o pueden ser detonadores de nuevas estrategias y nuevos modelos que se desprendan de un entendimiento real de los graves y profundos retos de disponibilidad de recursos naturales que enfrentamos a nivel planetario.
Así que en vez de decir «De la RSE a los ODS», podemos decir es tiempo de usar los ODS como plataforma para propiciar nuevos paradigmas de relación Empresa – Sociedad (y planeta).
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* Vale la pena una anotación, y es la diferencia que existe entre el planteamiento conceptual de la RSE y la aplicación y uso que las empresas han hecho de ella. En muchos eventos he escuchado a diversos consultores y practitioners decir «no hacemos responsabilidad social, lo que hacemos sí está conectado con la cadena de valor»; Es claro que para algunas personas y oganizaciones cuando se habla de RSE se habla de filantropía y acciones sin conexión con la acción del negocio. Se podría pensar que en el 2017 esta sería una opinión anticuada, pero todavía se escucha, y se sigue alimentando por el mal uso y abuso de la palabra RSE que hacen algunas empresas y algunos consultores.