Como muchos saben estudié administración de empresas en el grado y desde hace casi dos años estoy estudiando ciencias sociales. Escogí ciencias sociales y no un MBA o alguna otra maestría más relacionada con el management y los business motivada por el deseo de aprender nuevas formas de aproximarme a los temas que me resultan interesantes, el principal de ellos la relación empresa-sociedad. Este cambio y esta exposición a nuevas perspectivas me ha permitido aprender y ver otras miradas, que antes no consideraba, no comprendía o que simplemente salían de mi «universo simbólico». Para mí las ciencias sociales son las que nos cuentan cómo está construído este mundo social en el que vivimos y que damos por sentado, de alguna forma nos dan una mirada «tras bambalinas» de este escenario que tenemos frente a nosotros, y del que somos parte. En este sentido, un tema que me ha impactado mucho tiene que ver con la neutralidad y la objetividad del conocimiento, y de nosotros mismos.
Si me considero como un sujeto inmerso en una estructura social, y reconozco que mi trayectoria vital relacionada con la interacción en esa estructura tiene una estrecha relación con las decisiones que tomo y con el rumbo que le doy a mi acción, no puedo pensar que soy neutra u objetiva. Puedo hacer un uso riguroso de los métodos, de la lógica, pero tengo que reconocer que hay mediaciones valóricas e ideológicas en lo que hago, sea conciente de ellas o no. De forma similar, el conocimiento no es neutral. Me gusta mucho esta frase de Hugo Zemelman, tomada del texto El conocimiento como desafío posible: “[el proceso de investigación y sus resultados] no son objetivos, sirven para algo, no sirven para todo”. Esta breve frase me parece de gran importancia porque deja al descubierto la pregunta por la funcionalidad del conocimiento que generamos o que promovemos. Otra articulación posible con este tema de la neutralidad, la tomo de Boaventura de Sousa Santos que habla de la sociología de las ausencias. Santos dice que la relevancia que “adquieren” ciertos temas invisibiliza otros, los hace menos protagonistas y elegibles en cuanto objetos de investigación; al decir esto me hace evidente que la relevancia de los temas es construída y no dada.
Con estas ideas como marco me hago preguntas al respecto de lo que decimos y hacemos en temas de RSE y Negocios Inclusivos. Hace tiempo tengo la profunda sensación (amarga en muchas ocasiones), que consideramos que estos significantes son neutros, que sirven para todo, que son la panacea en sí mismos, que hacer RSE o Negocios Inclusivos es positivo en sí mismo porque inexorablemente nos llevarán a un mundo mejor. No quiero ser entendida como pesimista, trato de ser propositiva y de ver el vaso siempre medio lleno, pero creo que el camino hacia el cambio social ( si es que existiera un camino) pasa por tener presentes elementos como éstos e incorporarlos a la reflexión y a la proposición de caminos y planes de acción. Creo que hay preguntas que plantearse, reflexionar y avanzar en construir un borrador de respuesta. Un ejemplo que me parece muy interesante es la relación entre RSE y Neoliberalismo (a propósito de una noticia publicada en el muro de facebook RSE Online). Para algunos es casi una grosería plantear una relación de ambos conceptos, parece que la RSE es tan prístina que no tiene nada que ver con el tan despreciado neoliberalismo.
Personalmente pienso que hay varios puntos en común, señalados en varias ocasiones y seguramente mucho mejor explicadas por las miradas críticas frente al tema. Para hacer un brevísimo aporte solo quiero señalar que me parece importante preguntarse por las características del contexto que hacen posible que la empresa privada asuma un rol más activo en relación a la sociedad, y éste le sea reclamado. Creo que el contexto en que esto es posible es una sociedad capitalista, donde impera el neoliberalismo como modelo económico, que al privilegiar la esfera del mercado como organizador de la sociedad pone a la empresa privada en un lugar diferente al que tradicionalmente ocupó.
En todo caso, creo que para abordar estas preguntas u otras, es necesario enmarcar las acciones empresariales en un contexto social, político y económico particular que le den sentido y densidad; las ciencias sociales nos pueden ayudar a afinar la mirada.